Fotos por @solbarquiph
Estimados seres que leen estas líneas, he de hacer una confesión. Hasta hace pocos días, la banda de la que voy a hablar, para mí se llamaba CLUB ZETA. Gracias a interiorizarme, supe la verdad. La banda se llama Clubz y se pronuncia Clubs. Aclarado esto, pasemos a lo importante.
El viernes 5 de septiembre se presentaron los Clubz en Niceto y desplegaron tremenda lista de canciones, haciendo menear los esqueletos presentes. El ex dúo sumó a dos músicos para acompañar con bajo, saxo y teclados a los clásicos integrantes Coco Santos (guitarra, voz y teclas) y Orlando Fernández. Alrededor de las nueve y media de la noche se preparaban en el escenario a telón cerrado para ya estar apostados en sus ubicaciones cuando arrancara el toque.
Esta fue la cuarta visita al país de los de Monterrey, en esta ocasión trayendo bajo el brazo su flamante cuarto disco Radio Kono (2025). Una placa que se hizo esperar siete años y que superó las expectativas de muchos, sacando lo mejor del sonido tan característico de los mexicanos. Parte del sello particular que distingue a Clubz son las increíbles armonías que las voces de Coco y Orlando construyen. Ese recurso se hace presente, afortunadamente, en casi todos sus temas.
La maravillosa experiencia Clubz nace de una extensa mezcla de influencias. Uno encuentra sus genes en el Sonido Filadelfia y su intrínseca relación con el disco setentoso. También en bandas como nuestros Enanitos Verdes, Chic y las incontables bandas pop mexicanas que se han posicionado muy arriba en la música latinoamericana, en lo que va del siglo XXI. A todo eso se suman también como influencia las cortinas musicales con saxo de series y programas neoyorkinos, el synth-ambient que John Carpenter utilizaba para sus películas.
Desde el momento en el que el pesado telón de Niceto se abrió y dejó a la banda de cara a su público, la propuesta del conjunto mexicano fue clara. Los cuatro músicos en fila, a un metro del borde del escenario y casi en la penumbra, mientras que la pantalla a sus espaldas se llenaba de visuales de lo más variadas. Viajes hiperespaciales multicolor, imágenes que evocan series de tv ochentosas y el nombre de la banda escrito en tipografías cambiantes, todas tipografías que parecieran haber sido sacadas de un sistema de cable del interior del país en los años noventa. Tan bien representada estaba la estética que hasta me daba ganas de ajustarle el tracking a la videocassettera. La oscuridad del escenario y las rutilantes visuales, vistas desde la parte trasera del venue, generaban un efecto de siluetas que hacía que toda la puesta en escena fuera hipnótica.
El repertorio de la noche recorrió los cuatro discos de Clubz, Texturas (2014), Épocas (2015), Destellos (2018) y el ya mencionado Radio Kono. Las canciones se pegaban y sonaban non-stop. Nada de hablar con el público. Acá se vino a tocar, viejo. Sólo rompieron ese silencio para presentar a los invitados. Lautaro Cura y Santiago Martínez de Isla de Caras fueron los primeros en subir al escenario para tocar ´Fugazi’, tema del último disco de la banda. También tuvo su momento Vanessa Zamora, multi-artista paisana de los Clubz, que, casualmente, estaba en nuestro país para dar un par de shows. Aportó su voz en ‘Nagano’, que en su versión de estudio está cantada por la colombiana Ela Minus. El último invitado de la noche fue Lucca Berguerie Petrich, batero de Usted señálemelo, que fue ovacionado tras su participación en ‘Afrika’.
Como momento destacado de la noche, la banda tocó ‘Palmeras’ y lo continuó con el cover del ultra-mega-hitazo belga del '96, ‘Bailando’ de Paradisio, con visuales al estilo del tablero de KIT, el auto fantástico. "Si, señor. Efectos especiales..." corea todo el público, cantando eufórico ese temón hasta el final.
Si a esta postal la sazonamos con el detalle de que este show ocurrió en Buenos Aires, queridos lectores, podemos darnos una idea del ambiente festivo que desató el combinado mexicano. La vuelta a casa fue un constante tarareo de sus melodías y de vez en cuando rebotaba en mi mente el grito pelado de una chica mexicana que, entre canción y canción, gritaba “¡Viva México, cabrones!”.