CIENFUEGOS: “NOSOTROS MERECÍAMOS LA EXTINCIÓN”

Existen historias a las que ni siquiera sus autores pueden apagar

Rara vez nuestros músicos favoritos se animan a tocar todos los estilos que aman. Tanto por la dificultad que conlleva, como por el miedo de confundir a sus fanáticos. Por eso crean pequeños proyectos alternativos que generalmente duran un disco o dos, como hizo Robert Plant con sus Honeydrippers junto a Jimmy Page y Jeff Beck. Pero otros, muy pocos, logran ir hacia adelante formando dos bandas; y con plena convicción sobre ambas. Ese fue el génesis de Cienfuegos, el grito punk de Sergio Rotman y Fernando Ricciardi, completamente distanciados del ska con el que asociamos a Los Fabulosos Cadillacs. A 30 años de su formación oficial, se desahogaron en Niceto Club.

Cienfuegos representó una faceta oscura y experimental, con tres álbumes grabados entre 1997 y 1999. Tras ese periodo hubo breves reuniones en la primera década del siglo XXI, pero en 2007 daban su punto final… o eso parecía. A pesar de que remarcaron una y otra vez que jamás volverían, sucedió. Rotman lo dejó en claro desde arriba del escenario: “Cienfuegos es la banda que no existe. Esto jamás sucedió, no estamos acá y nada está realmente pasando. Es posmodernismo [risas]”. Efectivamente el espíritu de Cienfuegos es más fuerte que la sumatoria de sus partes. ¿Es la banda que queremos? Tal vez, pero definitivamente es la banda que necesitamos. Así se sintió con un público coreando ante clásicos como ‘La Eternidad’ o ‘Deja que te Diga’, uniendo generaciones en un grito al unísono. 

Foto: @agustindusserre

En sus filas cuentan con Gigio Gonzalez, uno de los grandes mitos de lo alternativo en Argentina y líder de la influyente agrupación Harry; los hermanos Diego y Martín Aloé, este último el bajista de Los Pillos, una de las bandas más únicas que tuvieron los ‘80 en Argentina; y completa como tercer guitarrista Hernán Bazzano de Día D. Los seis miembros originales, quienes pasaron por incontables grupos basales de la vanguardia, unieron fuerzas una vez más. Pero es remarcable que todos ellos ya habían tocado juntos previo a formar el grupo, ya que en los ‘80 eran parte de una misma escena. A pesar de que hoy magnificamos las cosas, tanto el punk como el post punk eran un nicho, afortunadamente con enorme fraternidad. Estos artistas incluso llegaron a tener pequeños proyectos en conjunto por aquellos tiempos, pero cuando las cosas se acomodaron y se dio un ensayo más formal entre los seis — es decir, el primer instante de Cienfuegos — la primera llama se encendió tocando un cover: ‘Moonage Daydream’ de David Bowie, la cual enérgicamente revivieron a exactamente tres décadas de aquel momento.

Es importante hacer una distinción. «Emo» es una etiqueta que fue re-apropiada para referirse a los grupos pop punk con look pseudo gótico durante los ‘00.  Pero su orígen está en la escena hardcore y post hardcore de Washington D.C., donde bandas 10 o 20 años antes empezaron a ser catárticas y desnudar sus emociones en las letras. Algunos ejemplos son Rites of Spring, Sunny Day Real Estate, Jawbreaker o Cap'n Jazz. Esos conceptos están completamente presentes en la música de Cienfuegos, donde Rotman parece constantemente desgarrarse desde lo más profundo de su ser. Y en ese sentido, durante el final del show vimos al vocalista tildado en una canción con tintes románticos, como si estuviera tocando una fibra fuerte de su ser. O con una emoción inmensa al dedicarle una canción a los amigos que se fueron, como Pablo Esau u Horacio "Gamexane" Villafañe. “A quienes vamos a visitar pronto” dijo Rotman. 

A pesar de que ellos se bajan el precio, sorprendiéndose que gente siga viéndolos tantos años más tarde, e incluso gritando “lo que nosotros merecíamos era la extinción”, se trata de una pieza fundamental en la cultura alternativa porteña. ¿Serán estas las últimas noches de Cienfuegos? Probablemente ni ellos lo sepan.

 

Foto de portada por Agustín R. Dusserre / @agustindusserre

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