La primera jornada del Lollapalooza 2025 tuvo su pico de nostalgia noventosa en la noche del viernes con la presentación de Alanis Morissette. Con casi cuarenta años de carrera, la cantautora canadiense se mantiene vigente y así lo demostró en la noche de San Isidro con un show pasional que giró en torno a un repertorio que solo una artista de ese calibre puede ofrecer.
Acorde con la puntualidad que caracterizó al festival, las luces bajaron su intensidad a la hora pautada para dar paso a un video que presentó a Alanis ante los desprevenidos en la audiencia. Un repaso genuino y sincero, no solo de su carrera musical (intercalando fragmentos de aquellos videoclips que todos hemos visto en la televisión con sus apariciones en distintas series) sino también su mundo a través de fragmentos de su vida cotidiana y reflexiones personales que luego reforzaría con sus letras y visuales a lo largo del show, como aquellas denunciando y exponiendo la continua violencia ejercida sobre las mujeres alrededor del mundo.
De pronto, la voz de Morissette llenó el espacio con las primeras líneas de ‘Hand In My Pocket’. No estaba ella aún a la vista del público sino tras bambalinas, a un costado del escenario. aunque su presencia sonora resultaba aún más intensa que su propia representación física. No fue hasta el final del primer verso que salió a escena con su impronta avasallante. Vestía unos jeans, una camisa azul haciendo juego, zapatillas negras y la misma actitud combatiente de siempre.
‘Right Through You’ y ‘Reasons To Drink’ siguieron en la lista. Para ‘Hands Clean’, Alanis se calzó una guitarra dorada con brillantes que empuñó con firmeza. Fragmentos de canciones como ‘A Man’ o ‘Can’t Not’ se entrelazaron con versiones modernas de sus más grandes éxitos. ‘Head Over Feet’ hizo que la gente cantara “You're my best friend. / Best friend with benefits” con notable sinceridad.
No faltaron tampoco momentos cargados de sensibilidad, como durante ‘You Learn’, que dice: “Vivís, aprendés. / Amás, aprendés”. Una simpleza que basta para hacer rodar una lágrima por la mejilla. Igual de emotivo fue el segmento acústico, cuando la impecable banda que acompaña a Morissette le se acercó en el centro del escenario para hacer cuatro canciones con un enfoque mucho más íntimo: ‘Rest’, ‘Mary Jane’, ‘That I Would Be Good’ (con ese delicado e hipnótico solo de flauta traversa) y ‘Perfect’.
El tramo final del show comenzó con la fuerza de ‘Ironic’, sostenida por miles de voces que estallaron en conjunto. Le siguieron ‘Not The Doctor’ y ‘All I Really Want’, entre otras, para darle lugar al mejor pogo de la jornada en ‘You Oughta Know’. Y en esto incluyo a todo el lineup del día.
‘Thank U’ fue una despedida genuina, con la sinceridad y humildad que caracterizan a su autora y compositora. Una mujer que tiene una fuerza que surge de adentro y que la transforma por completo cuando empieza a girar en medio del escenario como un torbellino. Por momentos parecía ser ella quién controlaba el clima y le mandaba al público esa tenue brisa que los acariciaba en los momentos justos. Una brisa que, cuando la canción lo requería, aumentaba su intensidad.
Alanis Morissette nos ofreció una performance sentida, con un contenido genuino y el deseo y la necesidad de hacer visible un mensaje, una idea, hacer una declaración de principios. Además, nos muestra la mejor versión del rock, capaz de sobrevivir a los ‘90 para seguir creciendo y revalidando su obra sin dejar nunca de lado su esencia.