Clara Cava ha demostrado una y otra vez su talento como compositora y performer. Dos sólidos trabajos discográficos lanzados en 2020 (Martes 13 y Lavandina) no hicieron más que confirmar lo que todos sabíamos: el talento inagotable de esta artista se extiende por terrenos prácticamente inexplorados en la escena local. Su despedida del 2021 comenzó con una fecha en el Konex que reunió sus mejores temas en un show profundamente movilizante y divertido.
Con el pelo teñido de color verde y un look bastante «dosmilero» (que recordaba a los iconicos outfits de Britney Spears), Clara se subió al escenario rodeada de una ola de aplausos. Los truenos que se escucharon durante la tarde de ese sábado no parecieron detener al público: el predio estaba lleno de gente. Una de las asistentes incluso le regaló un collar a la artista a mitad del recital, quien se detuvo para ponérselo y entre risas preguntar si le quedaba bien.
Su música representa la ambivalencia que todos escondemos
El tema elegido para darle la bienvenida a su audiencia fue ‘Desierto’, track perteneciente a Antibioticx (2018). Lautaro Cura, vocalista de Isla de Caras, definió a su amiga en una reciente entrevista con SPE como un “un caudal de rap y magia increíble”. No podríamos estar más de acuerdo: el talento de la artista a nivel compositivo provoca que las letras estén cargadas de imágenes que evocan lo más profundo y desgarrador de las relaciones, pero también lo más hermoso.
Chiara Parravicini acompañó a la cantante en una hermosa performance de ‘Nunca Decís TKM’ y Abril Olivera, vocalista de Nafta, se sumó en ‘Al Auto y Volver’. El contraste entre ambas canciones es enorme. La primera es profundamente desgarradora: se narra una situación desesperante, en la que la incomprensión que genera el otro en la protagonista se vuelve prácticamente insoportable: “No quiero cantar como si hubiera terminado. ¿Qué hago acá cuando te quedas callado?” se pregunta Clara en una de las estrofas. El segundo tema es totalmente diferente: cuenta en su versión original con la colaboración de Carlota Urdiales, y es una oda a los amores de verano. La respuesta a este contraste podría encontrarse en el video que acompaña al primer track: se trata de una fotografía de la artista en diferentes poses, simbolizando quizás cinco versiones de sí misma. Con su repertorio sucede algo similar, ya que en él conviven canciones sumamente movilizantes con otras súper divertidas. Considerando esto, encasillarla en un género específico es ridículo: su música representa la ambivalencia que todos escondemos.
Nunca hubo un descenso de energía
Como si se tratara de una montaña rusa de emociones, en el medio del recital se juntaron los temas más melancólicos: ‘Guitarra’ y ‘La Pared’, un cover de Cupido. Algunos espectadores prendieron los flashes de sus celulares y, de la nada, empezaron a aparecer burbujas flotando en el aire. Claramente no fue una decisión estética de los organizadores. Pero el efecto que generaban las luces y las burbujas saliendo del público y llegando al escenario llenaron de magia la escena, y potenciaron el sentimiento que transmitían las canciones.
Nunca hubo un descenso de energía: la presencia de la artista en las tablas y su manejo vocal fueron perfectos. ‘Amor Amor’, ‘Días de Paja’ y ‘Todos los Fds’ fueron algunos de las canciones incluidas en la segunda parte del setlist. La noche finalizó al ritmo de ‘Precipicio’ y ‘No Vaya a la Fiesta’. Todo el Konex parecía vibrar con el pogo y los gritos del público, y la inmensa sonrisa de Clara al despedirse evidenciaba lo bien que la había pasado. El show había sido un éxito.