A 137 kilómetros de C.A.B.A. se encuentra Baradero, uno de los 135 partidos de la extensa y hermosa provincia de Buenos Aires. Allí, la séptima edición de uno de los clásicos festivales nacionales, el Baradero Rock, aguantó el calor y la lluvia para cerrar una auténtica maratón de bandas. Varios de los espectadores tuvieron que sortear no solo los obstáculos climáticos, sino también los logísticos: ante el escaso transporte público que conecta diferentes puntos con dicha localidad, el auto fue la forma más segura y predilecta para llegar.
La estadía fue otro dolor de cabeza, ya que los pocos cupos en cabañas se agotaron con un mes de anticipación, dejando solo los campings, los cuales eran más que precarios. La improvisación y la adaptación para poder disfrutar de la seguidilla, que arrancó el viernes a la tarde y finalizó el domingo a la madrugada, fueron clave tanto para encontrar un lugar donde dormir como para volver a casa.
Los Auténticos Decadentes convirtieron el Anfiteatro en una pista de baile y cerraron la primera jornada
Para destacar los puntos altos del Baradero versión 2022 tenemos que nombrar la excelente organización y la puntualidad dentro del predio. Además, se notó la mejora económica luego de la nueva normalidad ya que los puestos de comida colapsaron durante los dos días, a pesar de los elevados precios. Por ejemplo, un vaso chico de cerveza costaba $400 y una hamburguesa, $800. Con un formato casi igual al Lollapalooza, el ciclo argentino terminó siendo un éxito rotundo tanto en lo cultural como en lo financiero. El Anfiteatro Municipal, que está ubicado a metros del río Paraná, contó con un sonido impecable y contundente en sus tres escenarios, y dio abasto ante la llegada de miles de personas.
Otro de los factores que caracterizó la grilla del festival bonaerense fue la notable diversidad musical, la cual se ensambló a la perfección. Da gusto ver como en un mismo escenario convivieron Malón, Fabiana Cantilo y Guasones (todos estos el viernes), solo por nombrar a algunos. Además, hubo un desfile organizado por un circo de la zona, con artistas caminando en zancos y malabaristas que interactuaron con chicos y no tan chicos. Hubo murales y actividades sociales y solidarias a cargo de La Garganta Poderosa y la ONG Todos Hacemos Música.
En la primera fecha hubo un clima primaveral, con bastante viento y con una asistencia que recién llenó el lugar pasadas las 23 hs. Destacaron Coti, Nonpalidece y Sara Hebe, sobre todo ésta última por su versatilidad para fluctuar entre el hip-hop, la cumbia y el trap. El cierre fue con los inoxidables Auténticos Decadentes, quienes convirtieron el recinto en una pista de baile durante 90 minutos. “Cumplimos 35 años y este fue uno de nuestros mejores shows. Gracias por el apoyo, es un placer estar nuevamente en Baradero”, exclamó Cucho Parisi, visiblemente emocionado. Una perlita del set: los covers de ‘Los Viejos Vinagres’ y ‘Beatle’, de Sumo y Attaque 77, respectivamente.
Los Kapanga parodiaron a L-Gante, armaron un pogo femenino y homenajearon al Pity y a los Redondos
El sábado contó con mayor afluencia de personas desde temprano, llegando a su punto máximo pasadas las ocho de la noche. El calor fue sofocante hasta la puesta del sol (34 grados de máxima), por lo que no estar a la sombra era sinónimo de cocinarse como un pollo al spiedo. Nuevamente la heterogeneidad de estilos se hizo presente, arrancando con el hip-hop de Mablu, la irreverencia de Acus y la multifacética Clara Cava. Bestia Bebé exprimió la media hora con la que contaba y armó una lista potente y demoledora a base de indie y punk. Ya para El Kuelgue (otro de los highlights del día) comenzó a entrar la manada, la cual saturó el lugar tras el festejado show de NAFTA. Sin dudas, Airbag aprovechó la alta exposición para hacer un tremendo cover de ‘La Balada del Diablo y la Muerte’, de La Renga, y una improvisada versión de ‘Por Una Cabeza’, del inmortal Carlos Gardel.
La segunda parte del sábado contó con los artistas más esperados y combinó el sonido alternativo de Eruca Sativa y Él Mató un Policía Motorizado con el rock convencional de La Vela Puerca y Las Pelotas. Sin lugar para muchas sorpresas y apelando a lo que un festival pide, optaron por tocar sus temas más populares. Así y todo, los cuatro superaron las expectativas y agradecieron en varias oportunidades a la ciudad y sobre todo, a la vuelta de los recitales presenciales. Poco después de que el grupo liderado por Germán Daffunchio comenzó a tocar, una lluvia moderada pero constante respaldada por fuertes truenos e impactantes relámpagos le dio un tinte épico a la noche.
El broche de oro para la séptima ceremonia en Baradero estuvo a cargo de Kapanga, que contó con el infaltable carisma del Mono Fabio. Parodiaron a L-Gante, organizaron un pogo femenino en ‘La Taberna’, homenajearon al Pity Alvarez y a Los Redondos y concluyeron con el himno a la trasnoche, ‘El Mono Relojero’. “Somos la única banda que estuvo en todas las ediciones de Baradero y es la primera vez que cerramos nosotros. Gracias a todos por aguantar hasta tan tarde y cuídense a la vuelta: si tomaron no manejen, no sean sonsos”, recomendó Fabio, poniéndose en el rol de padre.
Eran las tres de la madrugada, había más calambres que piernas y los puestos de hamburguesas cotizaban más que el dólar. Muchos no sabían cómo volver y otros ya habían regresado hace rato a sus casas. Lo cierto es que luego del Cosquín Rock , el Baradero confirmó la ansiada vuelta a la masividad, la cual se acentuará en el Quilmes Rock. Brindemos por eso también, porque la música no es solo streaming y estudio, se vive en la calle y en los recitales.
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