Existen cosas que despiertan en nosotros nostalgia. En su mayoría, aluden a un momento puntual: la primera paella que comiste con tu abuelo o el olor de los jazmines que una vez regaló tu pareja. Ahora bien, hay cosas que traen nostalgia, pero desde nuestra primera experiencia. Nos remiten a una emoción que no sabemos poner en palabras, ni explicar cómo llegamos a esa conexión sensorial. Sucede al escuchar American Football, una banda que pasó bastante desapercibida durante su breve existencia a finales de los ‘90, pero que se ganó el corazón de miles de fanáticos en las décadas siguientes. El 20 de noviembre del 2023 arribaron al C Complejo Art Media para su primer concierto en Argentina.
Recientemente entrevistamos a Mike Kinsella, vocalista y guitarrista del grupo, quien hizo saber importantes detalles: que se separaron cuando terminaron de grabar su debut en 1999, que nunca hubo siquiera una presentación del disco, y que jamás se enteraron que en las décadas siguientes se convirtió en una obra de culto. Pero además, que cuando volvieron, rápidamente “se hartaron de la nostalgia”, y que comenzaron a componer otra vez. Nos hizo saber que siente que la banda nunca sonó tan bien como ahora, y a pesar de no haber estado en el selecto público que los vio en Champaign, tras esta increíble noche no dudo de que sea cierto.
Antes de comenzar el show, Mike y yo compartimos un par de cervezas. Charlamos de la arquitectura europea que tiene Buenos Aires, lo tanto que había disfrutado de un asado al mediodía y los rasgos shoegaze en el sonido de Buenos Vampiros. Ya el público estaba eufórico con la banda marplatense, pero los norteamericanos jamás habrían imaginado lo que aguardaba unos instantes más tarde.
“No se supone que haga esto. Estoy en esta banda hace siete años y tengo que decirlo, son el mejor público del planeta”
Los coros de “fútbol, fútbol” comenzaban a brotar entre la gente, una tendencia que sería maximizada tan solo unos minutos más tarde. Entonces llegaron las delicadas y peculiares afinaciones. Las atípicas estructuras de tiempo llevaban a un trance, que era enfatizado con el profundo sentimiento del cantante, el cual excede el marco de las palabras que pronuncia. Realizaron un profundo recorrido por sus tres álbumes, con canciones enfocadas en lo instrumental, a las cuales se coreaba fervientemente las melodías. En las miradas del grupo era notorio el estupor, sonrisas cómplices ante algo que jamás habían presenciado. Eventualmente Mike Kinsella pronunció, mientras miraba a sus compañeros: “Chicos, quiero vivir acá. ¿Podemos mudarnos?”.
A pesar de que musicalmente están vinculados al math rock y post rock, despertaba una emoción similar al post hardcore, más allá de que no tiene correlación con la música. Fueron incontables las personas que pasaron por encima del público, cayendo delante de la valla. Dudo que la banda haya tenido una experiencia así en toda su existencia.
Tras una desgarradora versión de ‘Honestly?’, los integrantes dejaron el escenario. Los gritos alocados se hicieron sentir, hasta que el grupo regresó para un final perfecto. Recorriendo tres de sus canciones más icónicas, ‘You Know I Should Be Leaving Soon’, ‘I'll See You When We're Both Not So Emotional’ y la más esperada de la noche, ‘Never Meant’.
Con saltos descontrolados y muchas lágrimas entre la audiencia, se vivió plenamente el espíritu de American Football. Este fue probablemente el más maravilloso concierto en la historia del grupo. El tan demostrativo vibrafonista Cory Bracken tuvo la última palabra de la noche, cuando espontáneamente se acercó al micrófono y exclamó: “No se supone que haga esto. Estoy en esta banda hace siete años y tengo que decirlo, son el mejor público del planeta”. Con un beso al aire, marchó hacia el camarín mientras que el guitarrista, Steve Holmes, se acercaba a la valla para sacarse fotos con los fanáticos. Uno de los conciertos más maravillosos que se vivieron en el 2023.