El pasado sábado por la tarde, en el corazón del Abasto, Marilina Bertoldi encabezó el cierre del Parador Konex 2018 junto a Aloe y Nene Almíbar. Cientos de fanáticos le hicieron frente a la lluvia y disfrutaron de una jornada en la que la protagonista principal mostró una propuesta interesante y en plena renovación, aunque también bastante escueta para lo que la ocasión ameritaba.
Mientras la lluvia no daba tregua en un día gris, el Nene Almíbar salió al escenario de la Sala de las Columnas con una propuesta musical y visual tan simple como agradable. Liderados por Manu Piras en guitarra y voz, se apoyaron en su primer disco titulado El Accidente (2016), mostrando un sonido que navegó entre el indie pop, el jazz y el rock nacional originario (con Almendra como principal influencia).
Las visuales de tiernos cachorros con armas de alto calibre acompañaron a canciones más aceleradas y potentes como “Los Deformes” y “Süller”, que contrastaron con las más cálidas e influenciadas por el jazz y el funk, “El Accidente”, “Los Huesos” y “Felices Las Niñas”, primer single de su próximo trabajo de estudio. Además, los variados solos de José Burgueño siempre destacaron en un setlist que tuvo algunos momentos de monotonía, pero que mostró al conjunto preciso y firme en su propuesta.
Con bastante retraso, una hora después de lo pautado, Aloe dio su primer paso en el Konex también mostrando una veta estética spinetteana, pero con una marca sonora compuesta por la psicodelia, la música electrónica y el pop de sintetizadores. Un kit de percusión reducido y un octapad hicieron las veces de batería, alternando de manera constante todos los integrantes sus roles.
La lista de temas contuvo una paleta de atmósferas muy variada con la que se pudieron presentar como algo diferente al indie pop habitual, pues dándole el centro a la canción, Rodrigo, Alex, Francisco y Paco, consiguieron que el contexto experimental —un verdadero viaje hacia las profundidades del espacio— también tenga su lugar de privilegio. Centrados en su placa debut homónima, jugaron con cada una de sus creaciones al punto de conseguir, por momentos, un sonido guitarrero y con retazos de hip hop en sus pesadas bases.
Inexplicablemente, Marilina Bertoldi recién se trepó a las tablas a las nueve y media de la noche tras una hora de espera, pero esto no pareció molestar demasiado a un público muy ansioso por verla. Tras saludar velozmente, la cantante hizo volar todo por los aires con una brutal versión de “Sexo Con Modelos” en la que se sumergió por completo en la oscuridad de Berlín en los años 70’. Esta tendencia se repitió durante “Puerto” y “Puentes”, en las que canalizó mucho mejor con su esencia más rockera, sin alejarse de un modelo electrónico que la hizo sonar menos fluida y a la vez mucho más poderosa.
Todos aceptaron gustosos esta nueva propuesta, que la encontró agitando su larga cabellera mientras interpretaba —con tal vez demasiada exageración— la mansoniana y camaleónica “MDMA”. Al instante, sin perder tiempo, desde la guitarra lanzó los primeros acordes de “Enterrarte” para bajar un poco los decibeles, esta vez sin alejarse demasiado del camino marcado por la versión original.
En lo que fue el gran momento de la noche —y con la sola compañía de su programador de bases— la artista regaló una sorpresiva y cruda versión de “Unbreak Me” a la que le sumó un fragmento de “Feeling Good” de Nina Simone. Antes de seguir adelante, la menor de las Bertoldi anunció la muy esperada y demorada salida de su nuevo disco (algo que fue recibido con mucha euforia), continuando con la maleabilidad de “Rastro” y la seducción total de “Cosas Dulces”.
Al notar una gran cantidad de pañuelos verdes, símbolo de la campaña por el aborto legal, libre, seguro y gratuito, la frontwoman dejó un mensaje muy importante: “Muy bien el pañuelo. Pero recordemos que lo importante es lo que dice el pañuelo, no el pañuelo en sí, no nos olvidemos de eso”. Luego de la ruidosa ovación, se despidió hasta el día de la presentación de su nuevo material con esa bomba llamada “Y Deshacer”, dejando mucho que desear por la duración del recital, pero habiendo entregado un significativo botón de prueba de lo que será su nuevo sonido.