Cantante, multi-instrumentista, actriz y escritora, la vida de Sol Pereyra siempre estuvo relacionada con el arte. Durante muchos años vivió en México, recorrió Latinoamérica, Estados Unidos y Europa; coronando sus éxitos con una larga colaboración con Julieta Vengas. Hoy, enfocada en su carrera solista, decide hacer base en Argentina y volver a sus orígenes.
Sol tiene una personalidad transparente. Aún conserva, en parte, el acento cordobés y ciertos modismos mexicanos. Habla sin rodeos, es directa y no tiene miedo en decir lo que piensa, pero sí tiene otros temores: tiburones y aviones. Con los tiburones, todavía no tuvo contacto y prefiere no tenerlo; con los aviones sí, por su profesión, y sufre en los momentos del despegue, pero calma la ansiedad escribiendo. Así nació “Contexto de un disco: sobre perros, aviones, política, religión, el mar, el amor y otros menesteres”, un pequeño libro recientemente editado, que contiene textos breves sobre todo lo que pasa por su cabeza y otras mentes.
Según su partida de nacimiento, ella es mendocina, pero no guarda los mejores recuerdos de esa provincia. Sostiene que es cordobesa:. la familia de su padre, Juan Pereyra, es de Mendoza y la de su madre, Mónica Falco, de Córdoba. Ambas incompatibles, por un lado la familia paterna y una sociedad conservadora con la que no se sentía identificada y, por el otro, lazos maternos con rasgos artísticos muy marcados.
“En Mendoza iba una escuela privada y tenía muchos problemas de conducta. Cuando mis padres se separaron, fui a vivir a Córdoba con mi mamá y asistí a una escuela pública en la que había mucha variedad de actividades: natación, talleres de taxidermia, teatro, coro y plástica. También fui parte del centro de estudiantes”.
Dicho colegio, el Garzón Agulla, le abrió un nuevo mundo: Sol desarrolló su costado artístico en tierras cordobesas, fomentada por su madre de profesión docente, que la envió a clases de teatro, guitarra y danza. Además, su casa era el centro de reunión del barrio, donde asistían desde alumnos de su madre hasta amigos y vecinos con la intención de hacer música: guitarreadas que duraban horas.
Enamorada de la dramaturgia, decidió organizar un grupo teatral llamado Las Sirenas del Suquía con el que llevaron a cabo teatro callejero, y con el tiempo comenzaron a viajar a distintos puntos del país en el marco del Encuentro Latinoamericano de Teatro. Al finalizar el secundario, comenzó dos carreras universitarias: Historia y Licenciatura en Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba, pero rápidamente entendió que su futuro era el arte, su ansiedad no le permitía quedarse sentada estudiando y abandonó Historia.
“Tenía el grupo de teatro La Negra, tres de ellos éramos del colegio Garzón. Mara Santucho, una amiga, también iba a la universidad, pero no era parte del grupo de teatro y siempre nos quedó la idea de hacer algo juntas. Entonces comenzamos el proyecto, al principio se llamaba Las Cocineras, queríamos hacer algo sobre teatro y para relajarnos empezamos probar números musicales. Después, lo musical tomó más fuerza que lo teatral y se transformó en un proyecto de música. Mara era la cantante principal y yo tocaba la guitarra, el cajón peruano y la trompeta. Más adelante, ingresó Alfonso Barbieri al grupo y cometimos el error de cambiarle el nombre a Los Cocineros. Armamos el trío y empezamos a tocar en distintos lugares, pero con muy pocas expectativas. No nos proyectamos como una banda que iba a viajar y hacer discos, sino que hacíamos todo por el disfrute”.
Con el tiempo, el trío se convirtió en un sexteto eléctrico que conservaba las raíces folklóricas latinoamericanas, pero también cargaba con influencias de rock y reggae. Con varios discos editados, el grupo creció en convocatoria, ya eran una banda de renombre en su provincia y empezaron a viajar a Buenos Aires. Al finalizar las presentaciones en Capital Federal, regresaban a Córdoba., Realizaban dicho trayecto cada vez que tocaban y así surgieron algunos roces. Quedarse definitivamente en Buenos Aires o emprender costosos y desgastantes viajes, esa era la cuestión.
“Tocar y volver a nuestra provincia fue una decisión grupal, pero también una discusión. Era muy caro sostenerlo y, al mismo tiempo, era difícil que coincida toda la banda en ese objetivo, de hecho no coincidíamos. Apostamos a Córdoba, nos quedamos ahí, nos iba muy bien”.
En 2008, la televisión de la casa de Sol captó su atención: la imagen reflejaba el video musical de una artista extranjera y, durante días, la melodía quedó en su cabeza. Tiempo después, una voz desconocida del otro lado del teléfono le propuso iniciar una gira con una cantante internacional, sin revelar su nombre. “Pensé que iba a ser algo pop muy comercial. No me interesaba, por más que significaba plata, trabajo y viajes. Le dije que no sabía y corte. Un rato después, ese mismo día, como percibieron que no estaba convencida, me dijeron que la cantante era Julieta Venegas”.
“Pensé que iba a ser algo pop muy comercial. No me interesaba. Un rato después, me dijeron que la cantante era Julieta Venegas”
Cuando escuchó el nombre, su mente se trasladó al video de la canción que vio tiempo atrás por televisión. Ahora, la situación era completamente distinta. En su paso por Argentina, la cantante mexicana se reunió con Sol para brindarle más detalles sobre el proyecto. El objetivo era claro, su búsqueda se orientaba a mujeres que tocaran más de un instrumento para la grabación de su disco MTV Unplugged.
“México está lleno de músicos argentinos y alguno de ellos le recomendó mi nombre y mi banda. En principio, fui para hacer el Unplugged por 15 o 20 días. Después volví a Argentina y seguí con Los Cocineros. Un mes después, se comunicaron conmigo para hacer la primera gira, de seis meses de duración y tenía que instalarme allá”.
De ese modo, Sol emprendió el viaje a México, era la oportunidad de cambiar de aire y, quizá, darle un giro a carrera. Sin embargo, no era la primera vez que pisaba tierras aztecas; casi una década atrás, en 1999, visitó el país junto a su grupo de teatro y permaneció en un campamento zapatista. Los días eran crudos y las condiciones de vida no eran ideales, dormía en el piso y su alimentación no era la debida: regreso a Argentina con cinco kilos menos. Este nuevo viaje sería completamente opuesto. Detrás de Julieta Venegas había una estructura que cuidaba cada detalle, el cambio fue notable y muy rápido. Recitales en distintas ciudades con estadías breves en hoteles de lujo y traslados en vans. Asegura que si bien disfrutó de las excentricidades del momento, lo vivió de forma muy ingenua, no comprendía todo lo que sucedía a su alrededor.
“Con Los Cocineros veníamos con ciertas crisis, no nos encontramos en la misma sintonía. Yo tenía muchas canciones que sentía que no entraban en el grupo. Componía mucho pensando en Mara, en qué le queda cómodo para cantar. Las letras no tenían que ver con ella, tenían más que ver con mis inquietudes. Fui a México con la promesa de ir y grabar mi proyecto solista. Estaba de gira con Julieta y en los huecos grababa mi disco. Terminé la gira de Julieta y llegué a Córdoba a presentar mi primer álbum".
Lo que inició como una breve participación en 2008 se transformó en una colaboración estable que finalizó cuatro años más tarde para enfocarse en su proyecto solista. Las letras de Sol son directas, le gusta escribir de lo que pasa, vive y siente, pero siempre buscándole una vuelta de tuerca, son canciones con un alto grado de compromiso social, de lucha feminista y de injusticias. Es contundente cuando habla del tema, no quiere que sus letras sean un panfleto, porque eso la aburre. Considera que quien escribe tiene la responsabilidad de darle un giro poético para reflejar la política, pero desde otro lugar.
“En México la sociedad es muy machista, pero no así en el ámbito de la música. Allá no pasaría nunca que en un festival como el Cosquín Rock no toque ninguna mujer. En la edición anterior del Cosquín éramos sólo cuatro o cinco proyectos de mujeres. Los festivales más importantes de México tienen mucha participación femenina, bandas y solistas que están a la altura de cualquier cabeza de cartel. Acá el rock siempre fue algo de machitos. El rol de la mujer no parecía ser otro que el de groupie o corista. Escuché durante varios años ‘no es Fabiana Cantilo, es la corista de Fito’ o ‘no es Hilda Lizarazu, es la corista de Charly’. Ellas tienen su música, sus canciones y su historia”.
“Argentina se cree mucho más amplia y liberal de lo que en realidad es, hay una farsa que ahora se empieza a destapar”
Sol, la mujer, la artista, ultima detalles para la presentación oficial de ‘Prendete’, su cuarto disco, el próximo 20 de abril en el Club Cultural Matienzo. Está feliz por este recital, no es uno más, habla del disco y sonríe porque siente que el álbum es su trabajo mejor logrado, el más redondo de todos, el único que no tiene baches.
“Primero toco el disco entero con el set eléctrico, algunas canciones viejas y prometo invitados especiales. También va haber un mini bloque Cocinero. Este año, luego del recital del cinco de mayo en Tecnópolis, voy a salir de gira por Sudamérica. Este disco lo defiendo con el pecho inflado. No soy de esos artistas que dicen que no les gusta lo que hacen, yo lo escucho y me gusta. Estoy orgullosa de los procesos, con los aciertos y desaciertos”.
En todos estos años recorrió muchos países, pero tiene uno pendiente en el que se respira mucha música, Jamaica. “Pero debe haber tiburones” dice y suelta la última sonrisa.