Después de varios años ininterrumpidos de trabajo y una batería de anticipos, la banda Autocine acaba de publicar Esto es Autocine. El tercer disco del cuarteto, una pieza de letras vívidas, impronta urbana y sonido rockero, fue grabado por etapas y en diferentes estudios, (El Remanso, El Martillo y 440 Studios), mezclado de forma remota y co producido junto a Guido Aimar, con quién también realizaron los anteriores trabajos.
“El oído externo nos aportó nuevas ideas y formas de encarar lo que estábamos haciendo. Expresamos de mejor manera lo que queríamos, explotando cada canción al máximo de sus posibilidades”, asegura el grupo, que al momento de pensar la instrumentación, la cual es bastante robusta, priorizó el hecho de lograr la versión más acabada de los cuatro integrantes. “Todo lo que suena nos representa y realza nuestra creatividad”, agregan al unísono Matías Campos (voz, guitarra acustica y sintetizadores), Martín Blazquez (batería y percusión), Joshua Oglio (guitarras eléctricas y coros) y Max Losada (bajo y coros).
Incluso antes de publicar el primero, el homónimo de 2014, ya entendían que los discos son obras integrales, novelas de largo aliento y hasta incluso momentos de la vida que quedan retratados para la posteridad. Por eso lo que se escucha en Esto es Autocine es el conjunto de intereses que cada uno tiene a la hora de tocar o cantar. Que en ese sentido bien podría funcionar como una playlist: todas sus facetas musicales están volcadas ahí. Al respecto, plantean que “quisimos definirnos en todo nuestro potencial, mostrar todo de lo que somos capaces”.
Sostienen, además, que trataron de no atarse “demasiado a referencias concretas”, aunque por momentos se filtren reminiscencias al rock y pop nacional de los años ochenta y noventa, como pasa en ‘Barcos en el cielo’ y ‘Taxis’. Se justifican: “Son sonidos de nuestra infancia, primeras influencias que inevitablemente se cuelan en todo lo que hacemos”.
Algo similar sucede con las letras, que por el carácter confesional de los autores inevitablemente abordan emociones propias y universales. “Los temas pasan por muchos procesos hasta transformarse en lo que terminan siendo, un vehículo para expresarnos”, dicen y asumen: “Nos gusta que el que escucha se identifique y eso se logra cuando el oyente se involucra, e involucra sus propios sentimientos”.
En la actividad desde 2008, los componentes de Autocine reconocen que a nivel humano este contexto los encuentra más hermanados que nunca. Para ellos, “los momentos difíciles tienen la capacidad de separar o unir, y en nuestro caso se dio una unión muy fuerte. Trabajar en este álbum, a pesar de todo lo que estaba pasando, fue un alivio y una cura. La música funciona en esos niveles, y quedó demostrado durante la pandemia”.