La bestia del streaming ya tiene tantas producciones originales que, lo que al principio era el indicio de una máquina de buenas ficciones, ahora se deformó y parece un canal de tv con sus propios altibajos. Gypsy (Netflix, 2017) es una serie que pasó tan por debajo del radar que, a los pocos días de haberse estrenado, ya la habían cancelado. Lo especulado como una esclarecedora segunda temporada, ahora jamás saldrá a la luz, matando cualquier esperanza de continuación de esta historia que termina más abierta que las piernas de la protagonista.
Jean Holloway (Naomi Watts) es una psicoterapeuta con, no una, sino dos tendencias muy particulares. Por un lado tiene una identidad secreta con una personalidad muy bien delimitada (anota sus preferencias en un cuaderno y graba su voz practicando otro acento, por ejemplo) llamada Diane Hart, con la que sale por las calles de las afueras de Nueva York a vivir todas las aventuras que ansía tener, impedidas por su matrimonio con Michael (Billy Crudup). Por otro lado, se involucra demasiado en la vida de los pacientes, llegando a utilizar su alter ego para relacionarse extraoficialmente con sus parejas y familiares cercanos. A través de estas aventuras conoce a Sidney (Sophie Cookson), la ex novia de uno de sus pacientes, que despierta la atención de Diane y con quien comienza a coquetear, engañando a su marido.
La historia sigue los pasos de Jean, su crisis de identidad, sus inseguridades y nos lleva a través de relaciones poco éticas (y su consecuente riesgo que la descubran en cualquier momento), a los problemas dentro de su casa, las sospechas de su marido engañándola con la secretaria, y la controversia de su hija de 8 años que se siente varón. Todo esto a lo largo de diez capítulos, llegando a un final que no resuelve ninguna de las tramas y deja mil preguntas para responder en la segunda temporada, tal como proyectaba Lisa Rubin, creadora de Gypsy. En una entrevista menciona que esa era la idea desde un principio: desarrollar el pasado de Jean y su evolución hacia el estado que conocimos, pero evidentemente Netflix no lo aprobó, ya sea por falta de espectadores o por las [malas] críticas recibidas.
El mayor problema de la serie es su ritmo, ya que continuamente gira en torno a las andanzas de la protagonista y jamás se enfoca en hacer progresar la trama. En términos simples, la historia carece de estructura, posee una extensa introducción, se pierde en su nudo, y no tiene desenlace, sino un cliff-hanger que nunca se resolverá. A pesar de la mala recepción de la crítica, Gypsy tuvo una buena repercusión en el público, sobre todo femenino, a causa de la atrapante personalidad y dualidad de la protagonista.
Merecen una mención las patologías de los pacientes que aparecen en la serie: la joven con adicción a las drogas manipulada por su novio, el dependiente emocional con rasgos agresivos, la ansiosa madre sobreprotectora, la ex paciente con trastorno límite de la personalidad, internada en un psiquiátrico y con una orden de restricción hacia la terapeuta. Además de los problemas de dependencia de pastillas que tiene la misma protagonista, y los diagnósticos de Déficit de atención e hiperactividad y Disforia de género que recaen sobre Holly (Kimberly Quinn), su pequeña hija. Aquí existe un debate (incluso entre los protagonistas) sobre si los diagnósticos de Holly son adecuados o no, sobretodo el de Disforia de género, siendo que nos encontramos en un momento de la sociedad en que se promueve la aceptación de la diversidad de género, en lugar de patologizarla. Esta opinión aún no es completamente apoyada por los miembros de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), quienes han descartado dicho diagnóstico de la categoría de Trastornos de la Identidad, pero aún no se elimina completamente del manual diagnóstico utilizado por los profesionales (el DSM 5).
Es una historia sobre ética profesional, prejuicios y cómo se desdibujan los límites. Y es válido preguntarse y repreguntarse a lo largo de los capítulos ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿cómo hago para que no me pasen esas cosas? Porque más allá de dónde termine la historia de Jean y qué pase con Diane (cosa que nunca vamos a saber), lo destacable es cómo afecta en cada espectador estos deslices morales.
Por Ayelén Marco
Vaya uno a saber porqué no hay segunda temporada. La han tenido otras muy banales.
Vaya uno a saber porqué no hay segunda temporada. La han tenido otras muy banales.
Muy buena serie me gusto mucho.. me parece pesimo que Netflix nos deje con la historia abierta... falta de respeto al espectador.. la serie merecía continuar con creces.. Naomi excelente como siempre
Muy buena serie me gusto mucho.. me parece pesimo que Netflix nos deje con la historia abierta... falta de respeto al espectador.. la serie merecía continuar con creces.. Naomi excelente como siempre
A mi me encanto y así como yo hay millones de espectadores que merecíamos esa segunda temporada por lo menos para que tuviera un final digno.
A mi me encanto y así como yo hay millones de espectadores que merecíamos esa segunda temporada por lo menos para que tuviera un final digno.
Me quedé cortada con el final, esperaba saber más de la historia del personaje principal u de las otras historias. Espero la segunda parte.
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