THE EXPLOITED EN PALERMO: PUNK’S NOT DEAD

Desde lejos se escucha que viene el tren a toda marcha y pareciera que no tiene freno. Su próxima parada es Corrour (Escocia), localidad caracterizada […]

Desde lejos se escucha que viene el tren a toda marcha y pareciera que no tiene freno. Su próxima parada es Corrour (Escocia), localidad caracterizada por sus paisajes montañosos y carentes de urbanización. Cuatro jóvenes prontos a alcoholizarse ven pasar la formación y uno de ellos grita con resignación que son el último orejón del tarro y que nunca progresarán como sociedad en comparación con los ingleses. Ese muchacho es Ewan Mc Gregor. ¿Hay alguna persona amante del cine de culto que jamás haya visto la icónica Trainspotting? En Edimburgo, ciudad en la cual transcurre la inmejorable película del director Danny Boyle, se respiran aires de revolución, bronca y odio: la enemistad con Inglaterra data de siglos atrás por motivos bélicos y culturales. Durante el largometraje aparece Irvin Welsh, músico clave en la movida punk escocesa de fines de los ‘70. Porta una remera de The Exploited, grupo combativo notoriamente influenciado por el Street-punk de Cock Sparrer y el nihilismo de Sex Pistols. Encarna el fugaz papel de Mikey Forester, pero en realidad es el autor de la novela en la cual está basada Trainspotting. 1996 fue un buen año para la música rock en el Reino Unido (Oasis, Blur y Pulp), aunque el punk y el hardcore habían cruzado el océano Atlántico para gestar a colegas como Rancid, Nofx y Pennywise.

Adelantamos al 2019: cuatro hombres escoceses suben al escenario de Palermo Club y gritan ‘Fuck The U.S.A.’. Disfrutan que Margaret Tatcher no esté más viva aunque lamentan que una guerra haya generado tantos estragos en nuestra nación. Tal como lo hicieron en su debut en Cemento (1993) y en la calurosa noche en Teatro Flores (2013), The Exploited renovó votos con el público argentino. Con un inoxidable Wattie Buchan (voz), el scottish poker completado por Matt McGuire (guitarra), Irish Rob (bajo) y Willie Buchan (batería) no precisó de una majestuosa escenografía ni de un perfecto sonido para superar las expectativas de un show tan demoledor como esperado por la audiencia.

En el aniversario número 40 de The Exploited, Buenos Aires fue uno de los pocos lugares que los escoceses eligieron para girar luego de que su cantante se repusiera de algunos problemas de salud que los mantuvieron al margen de los recitales. Nacieron como un grupo de Street-punk, pero rápidamente pasaron al hardcore con discos emblemáticos como Troops of Tomorrow (1982) y Let’s Start a War (1983), trabajos que claramente están dedicados a la trágica contienda entre ingleses y argentinos en la Guerra de Malvinas.

Como suele suceder, los Exploited recurrieron a la mejor selección de canciones de su extenso repertorio, centrándose en los álbumes lanzados en la década de 1980. ‘Uk82’, ‘Chaos is my life’ y ‘Rival Leaders’ fueron los puntos altos de la primer mitad del listado, justo antes de que Wattie se calzara la camiseta del seleccionado escocés de fútbol. El hombre de cresta roja, Buchan, mostró su locura con su clásico movimiento de golpearse con el micrófono entre tema y tema o mientras suena alguno solo violero de Matt.

Exploited es una banda rara en cuanto a estilo musical: ha pasado por varias facetas. Desde el Street más rabioso de los ’70, pasando por el hardcore y evolucionando hacia un crossover en la década de los ’90. Si bien no es común encontrar grupos británicos que mezclen heavy metal con elementos del punk, los escoceses han sido la excepción a la regla.

‘Beat the bastards’. ‘Anarchy’ y ‘Fuck the System’ terminaron de eclosionar a las seiscientas personas presentes en Palermo Club, a metros de Plaza Italia. A pesar de que piernas y brazos no daban más debido a tanto pogo, mosh y slam, aún quedaban temas en el tintero. Fue así que ‘Sex & Violence’, ‘Punk’s not dead’ y el violento final con ‘Was it me’ condensaron otra histórica e irrepetible noche de reivindicación por parte de los explotados.

Más allá de que pueda sonar trillado y demagógico, vale la pena recordarlo todas las veces que haga falta: el punk no ha muerto. Para que eso suceda van a tener que acabar con todos los que lo hicieron nacer.

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