Erlend Øye y compañía tenían que encontrarse en marzo en México para participar de los festivales Vaivén y Pal Norte, que luego se cancelarían por la emergencia sanitaria. Øye y Sebastian Maschat (batería), por haber llegado semanas antes, pudieron ir hasta al hotel El Ganzo, en Baja California Sur, mientras que Marcin Öz (bajo) y Daniel Nentwig (teclados) tuvieron que quedarse en Ciudad de México esperando un vuelo que los repatrie.
El Ganzo es un hotel en San José del Cabo reconocido por tener un estudio de grabación y un programa de residencia para artistas. Ahí se dirigía The Whitest Boy Alive para tener una sesión de grabación, pero los planes empezaron a cambiar cuando no pudieron llegar todos a destino. “Eso fue un poco la cuarentena, tenés que hacer lo que podés con las personas con las que estás”, declara Erlend. Así, el cantante noruego y el baterista alemán empezaron a trabajar sobre la marcha, y con Jorge Aguilar (booking de TWBA en México, baterista), Paco Rosas (bajista e ingeniero de sonido) y Bear Kittay (guitarras) produjeron Quarantine At El Ganzo (2020).
El disco sorpresa fue anunciado pocos días atrás y el viernes 30, un día antes de la salida del disco, asistimos a la conferencia virtual de presentación con los músicos. Erlend Øye se conecta desde la playa con su teléfono y nos pide a les periodistas que prendamos las cámaras pues quiere vernos las caras. “Pensaba que era inútil estar en un estudio sin la banda completa, pero luego Maschat quiso grabar una canción”, comenta con un inglés muy limpio, “así empezó un ping pong de canciones entre él y yo. Después de dos semanas de trabajo me di cuenta que teníamos algo interesante”. Sebastian, cuyo inglés atravesado por el acento alemán nos cuesta entender un poco más, opina lo mismo: “La banda no estaba ahí y para mí no tenía sentido seguir trabajando en algo de The Whitest. Al ver la situación en la que me encontraba, vi que era una oportunidad para salir con algunas canciones que hace tiempo tenía en mente”. En este material, el baterista se realiza como multiinstrumentista y cantante, sobre lo cual Jorge Aguilar, su reemplazo en las baquetas, expresa: “Maschat tuvo su rol como compositor e incorporó cosas que no sabíamos que hacía, como tocar el trombón o la flauta traversa, y necesitaba una banda para concentrarse en esos sonidos”.
“NO DISFRUTO DE LOS SHOWS ONLINE, NO TIENEN SENTIDO PARA MÍ”
La banda de estudio recibió el nombre de The Caged Dolphins y la conformación fue un tema con respuestas ambiguas. Por un lado, Erlend admite que, como muchas personas durante el encierro, los muchachos también sucumbieron ante las ofertas virtuales: “No teníamos músicos ni muchos instrumentos, así que compramos un trombón y un piano por internet”. La misma situación para Maschat es algo a favor: “A veces, con más músicos y más instrumentos hay más complicaciones, así que las limitaciones fueron también un beneficio”. Jorge habla de la incorporación de claves y tabachines y solamente les mexicanes allí presentes entienden a qué instrumento se refiere; Sebastian se ríe mientras muestra por la pantalla algo parecido a una chaucha, que recogía de árboles en la playa, secaba y usaba de maracas.
Øye, hablando de otras cosas, deja dos frases que nos pueden ayudar a entender qué es la música para él. Por un lado, sobre la invitación en ‘Keycard’, la última canción del álbum, relata que “lo cantamos con Clara Cebrián, quien también es la artista visual del disco y diseñó la portada. Ella quería grabar algo con nosotros y no es cantante, ni siquiera es una persona muy musical, así que tuvimos que hacerlo muchas veces. Pero tiene una voz muy inocente, una voz que no pretende ser cantante, y eso me gusta mucho. Salió una canción muy potente que escribimos juntos”. La otra la encontramos en la respuesta a si tenían pensado dar algún show en línea: “No. Yo no disfruto de los shows online, no tienen mucho sentido para mí porque amo comunicarme con la gente. Me encanta crear una vibra divertida en el momento, y online siento que no lo puedo hacer. Si a la gente le gusta este trabajo tendría sentido juntarnos como banda para tocarlo en vivo”.
Ante la pregunta sobre si México era un lugar inspirador para ellos, Sebastian responde que sí, pero no quiere anclar su inspiración en un solo país: “Escribí ‘Distant Lover’ en México, pero en 2007 cuando grabamos Rules (disco lanzado en 2009). Ahora llegué desde Costa Rica, estaba viajando por el continente, y en Latinoamérica toqué la guitarra y compuse mucho, lo cual es una nueva faceta musical para mí. Viajar siempre es inspirador y he crecido musicalmente, sobre todo en el uso de mi voz”. El noruego también tiene elogios para su amigo: “Este proceso le dio a Maschat la oportunidad de convertirse en un cantante con todas las letras. Si bien ya cantaba, esto es un gran crecimiento y me alegra por él”.
Llega el momento de despedirse y Erlend nos deja una recomendación: “Quizás Quarantine At El Ganzo es un disco complejo de entender a la primera escucha. Parecen canciones complicadas, pero hay que darle una oportunidad porque va creciendo dentro del oyente y al final entrega una gran recompensa”.
Cierta música mexicana (así como el lenguaje coloquial en ciertas partes del país), está marcada por el uso mezclado del inglés y el español, un switch constante de idiomas que expresa y explota el encuentro de culturas. Hoy, un noruego cuyos proyectos varían desde el dream pop hasta el reggae y un alemán que llega desde el mundo de la electrónica cantan en inglés y nos regalan un disco producido por ingenieros mexicanos. Se podría pensar que los europeos incorporan una gama de sonidos que lo acercan a lo latino, o por lo menos a algún lugar del rock chicano, sin perder lo dreamy ni lo wavy de su música. Probablemente sea ‘Wedding Song’ la canción más osada en estos términos, un corrido cantado en inglés con cortes y coros a lo The Beatles. Algunos experimentos similares, aunque con resultados completamente diferentes, podemos escuchar en Jenny & The Mexicats o Jasper Bones. Como Erlend advirtió, Quarantine At El Ganzo puede parecer extraño a la primera escucha, quizás forzado en algunos momentos, y cada oyente podrá encontrar elementos muy diferentes. Solo queda sorprenderse y disfrutarlo.