OTOBOKE BEAVER: CUATRO VESTIDOS FLOREADOS CONTRA EL MUNDO

Caras tiernas que esconden un salvajismo atrapante

Fotos por Ailín de Japan Music Argentina 

El punk emergió como un movimiento que venía a romper con lo establecido. Rápidamente, tal y como dijo John Lydon al separar a los Sex Pistols y sepultar su alias Johnny Rotten: el movimiento pasó a ser lo que venía a destruir. Pero una de las encarnaciones más genuinas de ese primer espíritu fue el movimiento Riot Grrrl, en el que Bikini Kill, Team Dresch, Babes in Toyland y tantas otras bandas encararon un feminismo moderno en un marco hardcore. Pronunciándose contra lo establecido en la política, los roles de género, la discriminación y tanto más. Si bien esto comenzó en la segunda mitad de los ‘80 y tuvo su boom en la década posterior, hoy en día también se vive aquel espíritu y queda claro con bandas como Skinny Girl Diet o Skating Polly. En Buenos Aires nos ha visitado, probablemente, la banda contemporánea de este movimiento más aclamada, quienes, con humor, encarnan algo que va más allá del hardcore: las maravillosas Otoboke Beaver. ¿Pero cómo fue su noche en Niceto Club?

De manera muy apropiada, todo comenzó con Las Tussi, la banda actual más emblemática de aquel espíritu en Argentina. Se las notaba inspiradas y lograron acelerar a un público que esperaba impaciente por la llegada de la banda nipona. Interpretando canciones de su reciente El Álbum Rosa (2025), se nota una evolución en la banda que, a pesar de mantener su frenético punk directo, también empieza a coquetear con otras cosas. Desde el noise rock hasta algunas bajadas que eran imposibles de no acompañar con el movimiento de la nuca. Con el cierre, ya la ansiedad se palpitaba cada vez más. Pasaron los minutos y finalmente se abrió el telón. Detrás estaban cuatro chicas haciendo poses dramáticas, que en un abrir y cerrar de ojos empezaron a interpretar ‘Yakitori’. La avalancha fue inmediata y prácticamente nunca cesó. 

 

“Tocamos en San Pablo y la gente estaba muy loca.
Pero ustedes están mucho más locos”

 

Las oriundas de Kyoto no dan respiro. Por un rato saltaban de canción en canción casi como los Ramones en It’s Alive (1979), pero sin siquiera la necesidad de un conteo de palillos. Mechando constantemente entre su primer y segundo LP, las pequeñas pausas eran con juegos dramáticos o buscando el silencio absoluto para lanzarse a la siguiente canción. Entre temas decían, en su poco español y casi como una docente: “Callate”. Una vez que el silencio era total, Yoyoyoshie empezaba a tocar con violencia su guitarra y el moshing comenzaba.

Pero volviendo al lado contextual. ¿Qué es Otoboke Beaver? El nombre viene de un love hotel (como se le llama en Japón a los telos) en Osaka. Comenzaron en 2009, lanzando varios EPs y eventualmente teniendo la oportunidad de viajar internacionalmente, de todos modos les tomó una década poder dejar sus trabajos y dedicarse plenamente a la música. Su estilo, que ellas explican que canaliza las frustraciones del rol de una mujer en la sociedad japonesa (y basadas en las vivencias de Accorinrin, su vocalista). A pesar de la barrera idiomática, que no detuvo al público argentino de cantar, la actitud era tan fuerte que uno lograba apreciar el mensaje de su música.

Otro elemento a tener en cuenta era el carácter performativo, bordeando lo teatral, con el que jugaban. Era cómico ver a su guitarrista aparentando que lloraba antes de interpretar ‘I don't want to die alone’ o sus exagerados bailes. El balance entre una actitud tierna y cómica, sumamente desmesurada, y la patada en el pecho que es su música. Otoboke es una banda marcada por el equilibrio, de sus partes y de su música; pero todo eso se quebraba de a momentos al presenciar un público tan salvaje. Su cantante, quien actúa casi pedante, no pudo evitar decir en su limitado inglés: “Tocamos en San Pablo y la gente estaba muy loca. Pero ustedes están mucho más locos”.

Una noche inolvidable para el nicho hardcore contemporáneo. Una fiesta que incluso tuvo a su guitarrista surfeando por el público en un flotador gigante. La actitud es lo último que tenemos que perder en esta vida.

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