Fotos por @mirulucena
Este miércoles 8 de octubre, Lamp tocó por primera vez en Argentina. En el C Art Media dieron uno de sus últimos shows de la porción latinoamericana de su gira Future Behind Me, que ahora los llevará a varios países del norte del continente.
Los invitados para abrir la noche fueron El Robot Bajo El Agua. Si pienso en bandas locales, fue una elección perfecta. Hay algo en la esencia, lo armónico, lo suave y delicado que une a las dos bandas. En formato reducido, Nicolás Kramer (voz y guitarra) y Marcelo Borrello (bases y teclados) tocaron también canciones de Jaime Sin Tierra e hicieron que el público entrara en calor.
Pasadas las 21:30 salió Lamp al escenario. Al frente, el trío. Ella, Kaori Sakakibara en voz, flauta y teclados (adorable con su vasito térmico con té). Yusuke Nagai, con un aire medio grungero, en voz, guitarra, bajo y teclados, y Taiyō Someya en guitarra y teclados. Los acompañaron cuatro músicos más, en bajo, teclados y dos baterías con percusiones. Sonó todo muy prolijo y súper afilado. A lo largo de 23 canciones, la banda mostró su coqueteo con el bossa, el jazz y el soul, amalgamado súper bien con melodías pop y voces dulces. Es curioso que se los asocie al género indie porque son todos unos virtuosos, no hacen música que recurra a arreglos simples o despreocupados. Pienso que esto puede tener más que ver con su estética analógica o low-fi en videos y fotos, o bien porque desde hace algunos años armaron Botanical House su propio sello discográfico.
Pero ahora hablemos del público, otra sorpresa linda de la noche. Hicieron fila desde temprano, llegaron con cartulinas pintadas a mano, y durante la hora y media de show gritaron sin parar. Fans nivel profesional. En su mayoría bastante jóvenes, un poco de pelo de colores por aquí y allá y lookazos increíbles. Mi preferida, una chica con un vestido de satén violeta tornasolado que parecía sacado de un videoclip de Madonna en los ochenta. Algo que me llamó la atención fue ver que muchos fueron solos a ver el show. Tomando algo, o esperando tranquilos con su bolsa de merch en mano (a las 8 de la noche ya se habían agotado las remeras), se notaba un fanatismo real, curtido a base de internet. Esa que, aunque estemos solos, puede hacernos sentir acompañados. No faltaron los que, gritando entre tema y tema, pudieron intercambiar algunas frases en japonés (¡bien ahí!) con la banda, pero inevitablemente quedé medio fuera de eso. Hubo varias risas, así que suponemos que todo bien. Se vio a los músicos muy contentos durante toda la noche, sacaron fotos a la gente y disfrutaron del clima que llegó a su pico máximo de euforia en el bis ‘Last Train At 25 O'clock’.
Si bien es algo sabido que la música puede romper con todas las barreras idiomáticas y culturales, ¿cuántos temas en inglés tarareamos desde lo más profundo sin pensar siquiera en la letra? De todas formas, no deja de sorprender cómo puede darse una conexión tan grande con tres personas que viven en la otra punta del planeta. No sé si se trata solo del gusto por lo musical. Los Lamp son chicos sensibles, tienen algo auténtico que reconforta. Una buena compañía que sale de los auriculares cuando estamos solos caminando por la ciudad. Solo había que devolverles ese amor. Hacerlos sentir como en casa.