JAVIERA MENA: UNA EXPERIENCIA SENSORIAL

La polifacética artista chilena desplegó toda su versatilidad con un potente set

Lejos de la masividad de las bandas que se presentaron en los escenarios principales durante la tercera jornada del Quilmes Rock, uno de los puntos más altos de la noche aconteció en el Escenario Geiser, espacio sobre el cual se dieron algunos de los shows más atrapantes de todo el festival. Uno de ellos fue el que ofreció Javiera Mena. La artista chilena ya tiene una larga y nutrida historia junto al público argentino habiendo visitado el país en reiteradas ocasiones, siempre elevando la vara con cada una de sus presentaciones y la del sábado por la noche no fue la excepción.

La primera decisión acertada fue comenzar la lista con ‘Otra era’, el éxito que integra el disco homónimo editado en 2014. Siendo la más escuchada en plataformas, su hipnótico magnetismo atrajo a aquellos que caminaban desprevenidos por el predio y que pronto se sumaron a los más fieles seguidores. Un look cuasiguerrilero coronado con una boina negra reforzaba la postura desafiante de la cantante, quien alternaba entre su ubicación al frente del escenario y al fondo del mismo donde la esperaba un set de sintetizadores sobre una tarima.

Pero Javiera no está sola en escena. La acompaña un dúo versátil y de bajo perfil. Una baterista con un set híbrido, con pads digitales intercalados con los cuerpos tradicionales del instrumento clásico, que por momentos alterna con un bajo eléctrico según la canción lo requiera. Al otro lado del escenario, un vientista que puede pasar del saxo a la flauta traversa con total naturalidad. 

También hubo lugar para una invitada muy especial cuando salió a escena Juliana Gattas, integrante de Miranda, para interpretar a dúo la versión de ‘Yo no te pido la luna’, la canción escrita por el compositor italiano Zucchero y popularizada por  Daniela Romo, la cual Mena incluyó en su primer álbum, Esquemas juveniles (2006). Luego sonó ‘Mar de coral’, la canción grabada junto a Santiago Motorizado que se editó como single unas semanas antes.  

Solo ocho canciones conformaron el set pero la dinámica propuesta durante el show y la versatilidad de cada una de sus piezas hizo parecer que fueron muchas más. En segundos sus canciones cambian, y recorren los paisajes sonoros más diversos. Esas transformaciones se manifestaron por momentos en melodías pop que incitaban a las palmas y que luego daban pasoa momentos más íntimos e introspectivos, o como cuando Javiera se sentó en soledad detrás de un teclado Nord para luego transformarlo todo en una fiesta electrónica mientras interpretaba ‘Diva’ con visuales y juego de luces incluído. 

Por supuesto que lo que mejor sostiene la propuesta no recae en la parte técnica sino en el contundente mensaje que baja del escenario con todos sus recursos. Una oda al empoderamiento en comunidad como herramienta primordial para derribar esos prejuicios arcaicos que siguen oprimiendo la libertad de expresión de muchos. Que aristas de esta cepa que no aún explotaron en el mainstream (o no lo están buscando) se puedan presentar en este tipo de eventos es fundamental no solo para potenciar la escena sino, además, para que sus palabras puedan llegar a destino y calar ondo en estos tiempos turbulentos.

SEGUINOS

TAMBIÉN PUEDE INTERESARTE