L'Impératrice publica Pulsar, su esperado nuevo álbum, a través de Microqlima. En el álbum, el grupo parisino se mueve libremente entre los sonidos que ama, tendiendo puentes entre el hip-hop, el kosmische y el pop moderno con su más descarado abrazo al French Touch y al house internacional. Es su primer álbum con voces invitadas, como Maggie Rogers, Erick the Architect y Fabiana Martone.
Antes del lanzamiento del álbum, la banda comparte su último single y puede que estén guardando lo mejor para el final.... "Any Way" es su magnífica colaboración con Maggie Rogers y viene acompañada de un video que lleva a los fans a una aventura intergaláctica y terrestre, dirigido por Zite y Léo. Rogers era fan de L'Impératrice antes de que se pusieran en contacto con ella, ya que había visto a la banda en Estados Unidos varias veces.
La banda parisina ofreció recientemente dos actuaciones fascinantes en Coachella, en las que fue aclamada como "artista a seguir" por Entertainment Weekly, Los Angeles Times y Grammy.com y recibió elogios por su espectáculo en vivo de Billboard, Paper Magazine y otras publicaciones.
El nuevo álbum es también uno en el que L'Impératrice tomó todas las decisiones, un conjunto de canciones que realmente capturan el espíritu de la banda tanto en el escenario como fuera de él. El álbum, autoproducido, irradia la energía y la sabiduría de un grupo que ha dirigido tantas fiestas de baile en todo el mundo en el camino de encontrarse a sí mismo y a su sonido.
A lo largo de todo el álbum, la vocalista Flore Benguigui canta con valentía al autoempoderamiento, o a rehuir los cánones de belleza, la discriminación por edad y la monótona normalidad. Son mensajes apropiados para estos himnos incandescentes a la experiencia, a ser uno mismo en lugar de la versión de los demás.
Mientras componían el álbum, L'Impératice también probó un enfoque novedoso: dividirse en dos equipos de miembros siempre cambiantes para explorar nuevas ideas, liderados por de Boisseguin. Era una forma de incorporar todas las voces a la composición como nunca antes se había hecho, partiendo de educaciones y entusiasmos idiosincrásicos.
Luego pasaban las pistas a Benguigui, cantante de jazz de larga trayectoria, que a veces escribía dos docenas de melodías vocales para una canción sólo para ver cuál encajaba mejor. Fue un proceso arduo y emocionante, en el que el grupo pasó de la composición a la grabación del álbum en unos nueve meses. Era el tipo de autodeterminación que habían deseado y que ahora habían encontrado.