Desde hace aproximadamente cinco años que estamos viviendo un «nuevo comienzo». El siglo XXI parecía un poco estancado en lo que al rock respecta, pero esto cambió radicalmente. Numerosos grupos jóvenes rompieron con el equilibrio: la poesía punk de Dry Cleaning, el indescriptible ataque de black midi, y ahora fuimos invadidos por un calamar: Squid llegó a Niceto Club.
Durante la pandemia fue que emergieron de las playas en Brighton. Su debut, Bright Green Field (2021), respira frescura y locura en iguales dosis. Vibras del dance punk, un ritmo atrapante que acentúa mejor a la voz neurótica de Ollie Judge. Con su fuerte sentido del humor es inevitable hacer paralelismos con David Byrne (Talking Heads) o David Thomas (Pere Ubu). De todos modos, tal y como muchas de las bandas de esta nueva escena inglesa, ellos cambiaron en su segundo LP. O Monolith (2023) dejó atrás los ritmos más veloces, y en su lugar ingresaron algunas texturas electrónicas que pasaron a ser pieza central de la banda.
A pesar de que ambos discos son muy diferentes entre sí, durante la noche del 14 de abril se sentían en completa sintonía. Las versiones eran diferentes, no necesariamente mejores o peores, pero cobraban un sentido general. No había tanta teatralidad de Ollie Judge como uno creería con los auriculares puestos, pero también se debe a que está a la vez tocando la batería (y de manera espectacular).
Viví el concierto desde tres lugares: una primera parte desde casi la valla, otra desde un costado del escenario con Irina Tuma de Buenos Vampiros admirando la performance, y otra en uno de los palcos. Tuve el placer de estar en camarines al final del show. Charlamos un rato largo con Arthur Leadbetter, desde el impacto que tuvo el debut a la cohesión que se siente en vivo. Luego de destacar su increíble performance en los teclados, comentó que hace dos meses no tocaban, y estaban nerviosos. Nunca antes habían estado en sudamérica ni tan lejos de casa; pero estaban fascinados por la experiencia argenta. Tímidos y probando su primer fernet —que describieron como tomar jugo de naranja después de lavarte los dientes y enjuague bucal—, firmaron un poster de la gira con mucho cariño.
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Antes de cerrar la nota, es importante destacar dos cosas. Por un lado, la alegría que genera cuando estas bandas emergentes logran visitar Argentina. Tenemos un público tan amplio y pasional, que incluso un grupo tan joven tiene cientos de devocionales que tararean cada melodía. Pero también, el semillero de talento que tenemos a nivel federal: la presentación de Buenos Vampiros fue espectacular, aunque hubieran llegado el mismo día, y unas horas más tarde partían de nuevo hacia Mar del Plata. Fue una grata sorpresa su opening, donde numerosas personas del público (a quienes adhiero) remarcaban que están sonando cada vez mejor.
Vivan la música plenamente. Desde las playas de Brighton hasta las de Mar del Plata.