COSQUÍN ROCK 2022, DÍA 1: EL REENCUENTRO

Un fin de semana que todes necesitábamos

Volvió el Cosquín Rock. El sábado 12 de febrero, el festival de música más grande del país llegó a su edición número 21 habiendo perdido solo una de sus fechas a causa de la pandemia. La esperada peregrinación tuvo una tónica muy alegre y gozó de dos días inmaculados, sin una gota ni una nube de lluvia. 

Escribir la crónica de un festival es un gran desafío, la responsabilidad exige dividir la atención más de lo que el deseo reclama. Esta vez, lo más sincero y lo más adecuado se juntan en la primera persona.

Me recibió en el Escenario Sur Malena Villa: la actriz y su banda pudieron ponerme la piel de gallina con ‘Salvaje’, un hermoso bolero de su disco. Para mantener la onda nueva generación, la siguió Clara Cava. Su banda calentó los dedos con los acordes y riffs de ‘Semen Up’ y se ganaron unos festejos. Por su parte Clara, con su pinta de yonqui de un futuro de neón y flúor, canta y se muestra mucho más serena de lo que uno quizás se imagina al verla por primera vez. Una canción como ‘No Vaya a la Fiesta’ podría cantarse de formas mucho más agresivas: ella se desenvuelve sobre una banda de funk. 

En la apertura de Gauchito Club, vi flamear por primera vez la bandera blanca de Mendoza con las Islas Malvinas debajo. El recuerdo llegó rápidamente, ya la había visto flamear en el show de Usted Señálemelo en La Nueva Generación 2019.

En el Escenario Norte arrancaba Eruca Sativa y le ponía la cara al sol. El trío sabe que juega de local en esos escenarios, da sobradas muestras de su oficio y su potencia. El inicio fallido de ‘Por Quienes Vendrán’ fue sorteado con mucha cintura por Lula Bertoldi, combinando chistes sobre los cables pelados y comentarios a corazón abierto: “No hay problemas técnicos que nos molesten hoy”.

Detrás del escenario principal se ubicaba el Paraguay, alistado por el club homónimo de la capital provincial, ofreciendo su lugar a bandas locales y habituados del venue. Fui a escuchar el proyecto que lo abrió: Rosa Profunda. Entre el poema y la performance, entre la instrumentación y la máquina, con sus remeras de red y sus brazaletes y sus lentes oscuros, parecen una banda de villanos. Vienen a robarnos las pocas ideas firmes que nos quedan de lo que puede ser una canción.

Zoe Gotusso inauguró un historia de amor entre ella y su público cordobés

El primer amontonamiento frente al escenario principal fue respuesta al llamado de El Mató a un Policía Motorizado. Santiago, al igual que Lula lo había hecho, le deseó feliz cumpleaños a algún afortunado que disfrutaba de los shows en la primera fila. La propuesta de los «motorizados» se adapta muy bien a la luz día, y entre los shows de sus colegas se volvió un momento de relax rozando lo hippie. A veces parece que los días de querer pelearse con todos ya quedaron atrás. Flamearon las banderas de Nacional de Montevideo.

En el mismo tablado, repitiendo escenario y con muy similar horario, WOS presentó canciones de Oscuro Éxtasis (2021) y su gente lo acompañó una vez más. ‘CULPA’, en esa locación, sacó a relucir todo su malambo, y la voz de Ricardo Mollo se cargó todo aún sonando por pistas. ‘NIÑO GORDO FLACO’ empieza y levanta una ola de alegría y amistad y suena a himno. ‘PÚRPURA’ despide un show que tiene todo para volverse un clásico del festival.

De vuelta en el Escenario Paraguay, Telescopios daba una muestra de su clase. La ubicación un tanto incómoda del stage le daba una afluencia de público menor a la esperada. La banda demuestra en vivo su capacidad de hacer mucho con poco, y aún cuando pone muchos elementos, logra disimularlo. De la habitual lisergia hasta la versión inesperada de ‘Voy a Seguir’ y la incorporación de un saxo tenor, un show atípico, íntimo y por supuesto, imperdible.

Llegó un momento especial: Zoe Gotusso debutó en el festival con su banda. “Hola Córdoba. Qué lindo estar en casa”, fueron sus primeras palabras. La banda conformada por colegas en Buenos Aires y viejos camaradas locales no necesitó muchos ensayos para darle a Zoe todo lo que necesitaba. Entre el candombe romántico, la balada y por supuesto el bossa, Zoe se metió el escenario en el bolsillo. Tocando su guitarra y cantando emocionada, recibiendo banderas, Gotusso inauguró lo que bien se encamina a ser una historia de amor entre ella y su público. La siguió una tal Julieta Venegas. Si esto fuera Twitter, diría: qué mujer. Admiró la voluptuosidad del paisaje y se rió del acento. El público le respondió con altura: cuando la canción había terminado y ella con su acordeón empezaba la siguiente, la gente siguió cantando el estribillo de ‘Lento’. Ese estribillo podría ser una canción de cancha. Se despidió con risas, sorpresa y gratitud. 

De vuelta hasta el otro lado. La mendocina Anyi presentó un gran versión full band de su proyecto, con trombonista incluído, el mismo que tocara con Clara Cava y con 1915 al día siguiente. Entre tema y tema intentaba escuchar el escenario principal. En él, Babasónicos ponía en juego su eclecticismo y cautivaba la atención de sus atentos oyentes.

El conjunto, héroes si de resistidos por el rock hablamos, volvió a dar cátedra de cómo dar un show de luces. Dárgelos estuvo prendido fuego y se bailó todo, y también se desvivió: “Gracias. Necesitaba esto”, dijo, sin más ni menos. Luego, un poco de nostalgia: escuchar ‘Taxi Boy’ con la voz de Ciro Martínez siempre es una fiesta, y WOS refuerza su posición de habitué en ‘Pistolas’.

Un poco de delirio junto a Juana Molina en el Escenario Paraguay. Es la mejor abuela que uno podría tener, aparte de contar con un currículum envidiable. La carpa de Las Pelotas fue un acierto. Una propuesta que no fue acústica como se esperaba, reunió a la banda y a su público en más de dos horas de show. Le envié un mensaje a un amigo, le dije que Las Pelotas es un bandón. Me dijo, medio en serio medio en chiste, que ellos inventaron el indie argentino.

La apertura sonora del Cosquín Rock le permitió encontrar shows que se perfilan a ser hitos del festival

Llegó el turno de Trueno, entre fuego y chalecos antibalas se presentó junto a una banda que le dió mucho poder y lo llevó a todos lados. El trap de corte épico de sus primeras canciones puede ir directo a cualquier película de acción en la escena previa a un duelo. Con Tiago PZK, WOS y Nicki Nicole como presentaciones de lujo para dar versiones muy bien logradas de sus colaboraciones, Trueno rompió el el escenario del festival que más se presta a la exploración.

Skay y los Fakires, Valdés y Peces Raros quedarán como los shows que me perdí ese día. Los festivales funcionan como muestrarios en tiempo real de la industria. Es imposible verlo todo, estar en todos lados, escuchar todo, escribir sobre todo. Solo se pueden hacer los propios mapas. Y por eso una de las mejores cosas de los festivales es que nunca es uno solo. Son muchos, hay casi uno según cada itinerario. 

Eso tiene algo de lo singular y de lo hermoso. Sería muy divertido mapear cada recorrido. Allí se me ocurrió armar estas playlist con las bandas que escuché en el camino. Por acá podes ir a la lista del domingo.

El Cosquín Rock 2022 supo abrir sus puertas, esta vez hacia una mixtura pop y una sensibilidad «buenavibrera», y se encontró a cambio con nuevos shows que se perfilan para ser joyitas de la franquicia.  

Los que se quedaron se repartieron entre la fiesta Bresh y Los Auténticos Decadentes. Como era de esperarse, los grandes tópicos de las palabras de los artistas eran la pandemia y la necesidad de encontrarse, de reunirse, de volver a ver a esas 45 mil personas que durante algunas horas se mezclan entre los espinillos, el sol, la distorsión y los sintetizadores. 

Leé la experiencia del segundo día acá.y más fotos del festival acá.

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