Desde su última vista a la Argentina en 2015, Warpaint creció muchísimo como banda. Con un disco más bajo el brazo y un sin fin de recitales después, su regreso fue en el marco del Personal Fest. El mal clima forzó una reprogramación que cobró como víctimas parte del tiempo de las bandas, una de ellas el cuarteto de California. El sideshow que dieron en Niceto Club las dejó mimar a su audiencia y extenderse para hacer un repaso más profundo de su carrera, con el ambiente fiestero y viajero que las caracteriza.
Después de un corto pero divertido calentamiento de parte de la banda Shona, Warpaint salió 22 horas en punto, aplaudidas por todo el lugar que esperaba ansioso y estaba dispuesto a entregar la vida durante la hora y veinte minutos que duró el concierto. ‘The Stall’ abrió e hizo un guiño a su show del domingo en el festival, enchufando inmediatamente a los presentes que aplaudían y coreaban: ‘‘I won’t give up on us’’. La australiana Stella Mozgawa (quien entró a la banda en 2009) deslumbró en la batería y fue uno de los motores fundamentales a lo largo de la noche. Todo lo que tocaba guiaba el baile y permitía que el resto de instrumentos floten sobre sus ritmos que, acompañado de las armoniosas voces de todo el grupo, envolvían a cualquiera. El juego de luces las favorecía mucho y dejaba en claro la diferencia entre un show de festival a media tarde y uno protagónico.
‘Elephants’ fue otro clásico esperado de entre los interpretados en el Personal Fest, mientras que ‘Warpaint’, de su primer disco, fue una agradable novedad que tomó por sorpresa a más de uno. Al cuarto tema, Theresa Wayman se envolvió un pañuelo verde en la cintura, dejando claras sus ideas y despertando el clamor del público que le agradecía y aplaudía. A continuación la siguió en el gesto Emily Kokal, quien amarró el suyo al micrófono y recibió la ovación duplicada. Con el escenario teñido de verde, casi de manera sincronizada, ‘Love Is To Die’ empezó con el ímpetu necesario para un tema de su calibre e hizo que se materialice el hermoso ‘‘love is to dance’’ que predica el coro. La canción que terminó de hacer despegar la noche fue ‘Krimson’, la fuerte batería y los delirantes riffs de las guitarras chocaban e invitaban al baile casi involuntario, mientras un destello de luces blancas de fondo completaba el trance.
Después de ‘Beetles’ y algunos más, ya casi en la recta final, alguien le alcanzó a Kokal un CD de alguna banda local que inocentemente no supo pronunciar, pero que guardó con cariño: ‘‘¡Un CD!’’, dijo emocionada antes de ser aplaudida de nuevo. Acto seguido se largó el último tramo, más arriba que nunca y con todo el público sumergido hacía rato ya en lo que pasaba.
‘So Good’ nos voló la cabeza: una vez más, la asombrosa batería del cuarteto llevaba el ritmo y era quien más se sentía en control. Por otro lado, el complemento de las voces en este tema, con su letra, crea un momento introspectivo como pocos artistas lo logran. Esto dio pie a ‘New song’, de su último disco, que definitivamente tiene un sonido distinto a sus otros trabajos, pero se hace su lugar y encaja perfectamente en el todo. Quizás sea el tema más popero —o radial— de la lista, que tras su lanzamiento en 2016 ciertamente generó algo de incertidumbre entre los adeptos. Esta incertidumbre ya no existe más, y este fue uno de los temas mejor recibidos y bailados, dándole paso así al inevitable y lógico final con ‘Disco//Very’, un tema que resume mucho del sonido de Warpaint.
Después de este último momento de clímax, se despidieron en lo que muchos interpretamos como una encore, pero la dura realidad era otra: el tiempo se había agotado y las cortinas se cerraron. Una voz avisaba que la fiesta seguía en el Lado B, pero tenía sabor a poco. El público tiraba una hora más de baile, aunque se tuvo que contentar con las 13 potentes canciones que las californianas prepararon. Entre un aplauso final de reconocimiento y un intenso show, las Warpaint se despidieron de un paso más por Argentina que no se cansa de probarles que siempre serán bienvenidas.